Después de la primera toma de contacto con las laderas de la Costa da Vela, me quedé con ganas de más.
Y allá me fui otro Sábado mas.
Como ya dije en otra ocasión,estoy haciendo pequeñas salidas los Sábados,para desentumecerse y fotografiar.
A veces es incomodo moverse con la mochila a cuestas,pero siempre es agradable tener a mano la cámara o un objetivo que no tenías montado en ese momento.

Este Sábado resulto soleado y agradable,aunque después de la ascensión,se notaba el frío calando los huesos.

La luz era dura e incidía de forma lateral en todo nuestro objetivo a fotografiar. Por eso en la mayoria de las tomas,salen los destellos del Sol.

El cielo estaba de un azul intenso y sembrado por jirones de nubes que le daban un aspecto magnifico.
Mi situación entre las piedras no era la mas comoda pero asentando bien el tripode,pude realizar bastantes tomas,aunque "visibles" quedaron menos de las que esperaba.


Aunque llegue a buena hora,me encontré con una adversidad,que me cambió un poco el plan.
La marea estaba subiendo,y no es que lo hiciera de forma lenta. Esta es una de las cosas con las que hay que tener cuidado,para evitar quedarse aislado en una piedra.
Las olas que se estrellaban contra las piedras de las paredes, nacían de la nada y crecían formando triadas que estallaban en la rompiente. De manera cíclica y como si un reloj les indicara cada momento para crecer y avanzar sin demora.

A pesar de no estar cerca de ellas,el viento y la espuma salpicaban mas de la cuenta,cosa que no me agradó nada al usar el objetivo sin filtro de ningun tipo.


Hasta mañana!